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El Vaticano y las mujeres...

Lucetta Scaraffia: "La jerarquía vaticana quiere mujeres sumisas y obedientes".


La periodista e historiadora abandonó la semana pasada la dirección de 'Donne Chiesa Mondo', el suplemento femenino del periódico oficial de la Santa Sede, dando un sonoro portazo.


(SORAYA MELGUIZO, Roma - Jueves, 04/04/2019 - El Mundo)

Lucetta Scaraffia (Turín, 1948)

Después de liderar durante siete años una redacción formada sólo por mujeres en el corazón del Vaticano, Lucetta Scaraffia (Turín, 1948) abandonó la semana pasada la dirección de Donne Chiesa Mondo(Mujer Iglesia Mundo), el suplemento femenino del periódico oficial de la Santa Sede, dando un sonoro portazo. En la carta que escribió al papa Francisco anunciando la dimisión en bloque de todo el equipo de la revista, la periodista denunció haber recibido presiones por parte de los nuevos responsables del L'Osservatore Romano para silenciar el último altavoz de las mujeres de la Iglesia.

"Un director tiene mil maneras de hacerte sentir que tu trabajo no es bienvenido sin hacer nada específico contra ti", explica la periodista e historiadora italiana a El Mundo. "Eso se hizo continuamente y decidimos, de forma unánime, que era mejor irnos que aceptar un proceso de desgaste". Lucetta Scaraffia contaba con el apoyo del papa Francisco y de su antecesor, Benedicto XVI, quien en 2012 sugirió al entonces director del periódico de la Santa Sede incluir más voces femeninas entre sus firmas. Y nadie mejor que ella para reflexionar sobre las inquietudes reales, alejadas de los estereotipos, de las mujeres de la Iglesia.

Docente de Historia Contemporánea en la Universidad romana de La Sapienza y colaboradora de medios de comunicación, la periodista recibió una estricta educación católica en su adolescencia, aunque más tarde se alejó de la Iglesia. Se casó y divorció antes de cumplir los 25 años, anuló su matrimonio canónico, tuvo una hija fuera del matrimonio con un hombre divorciado y convivió con su actual pareja antes de casarse por lo civil y descubrir de nuevo la fe.

La periodista es consciente de que su presencia dentro de los muros vaticanos no fue nunca bien recibida pero desde hacía meses ya no sólo se sentía "invisible" ante cardenales y obispos. "El clima de desconfianza y deslegitimación llegó a un punto que hizo imposible continuar".

La gota que colmó el vaso fue la denuncia en un reportaje publicado en febrero de lo que hasta entonces era un secreto a voces en el Vaticano: los abusos sexuales que sufren algunas monjas por parte de sacerdotes y cardenales. Un año antes, la revista había sacado los colores a los clérigos que se aprovechan del trabajo desinteresado de las religiosas y laicas consagradas a las que utilizan como empleadas domésticas.

La publicación de esos artículos precipitó su salida. "Nadie me lo ha dicho pero creo que esos reportajes incomodaron mucho al Vaticano, conociendo la tendencia que tienen de silenciar todo". Scaraffia apunta directamente al interés del nuevo responsable de L'Osservatore Romano -Andrea Monda, nombrado director en diciembre en sustitución de Gian Maria Vian-- de imponer su criterio en la elección de los temas y las firmas dentro del suplemento. Poco después de sacar a la luz el último reportaje, el periódico oficial de la Santa Sede publicó un artículo de opinión escrito por una mujer en el que se minimizaba el alcance de los abusos a las monjas. "Decía que no era un pensamiento cristiano denunciar esos abusos. La jerarquía vaticana quiere mujeres sumisas y obedientes", desliza.

La periodista sostiene que se trata de un problema "muy grave" que afecta no sólo a religiosas en países de África o América Latina, también en Europa. "El Vaticano lo conoce perfectamente. Las denuncias llegan, tienen quintales, pero la voz de las monjas es muy débil y no son escuchadas. En muchos casos no tienen autonomía económica para defenderse. Muchas se ven obligadas a abortar", asegura a este periódico. Pero no sólo las religiosas son ignoradas. "La voz de las mujeres no es escuchada nunca. Para la Iglesia es como si no existieran, son invisibles".

El último ejemplo es la exhortación apostólica post-sinodal Cristo Vive, inspirada en las reflexiones de los jóvenes que participaron en el Sínodo celebrado en el Vaticano en octubre del año pasado, en el que sólo el 10% de los participantes eran mujeres. En el documento, publicado ayer, el papa Francisco insta a la Iglesia a escuchar "las legítimas reivindicaciones de las mujeres", aunque reconoce que no comparte todas las propuestas feministas. "Es inútil decir que se necesita una mayor presencia de mujeres si luego no se las invita a hablar ni tienen derecho a votar", lamenta. La periodista, que se considera "orgullosa de ser feminista", reconoce que con Francisco ha habido cambios "simbólicos" en las formas pero no en el fondo. "Quiero ver cambios concretos y no los veo".

Procedencia del artículo: El Mundo